Yo no tengo gallinero. Pero por suerte conozco a alguien que sí lo tiene.
De vuelta a los huevos.
Los gallineros son el pasatiempo de moda del momento. Parece que cuanto más dependemos de nuestros queridos dispositivos digitales (teléfonos, televisores, cámaras, ordenadores), más nos apetece pasar tiempo sin tecnología (haciendo manualidades, trabajando en el jardín, haciendo ejercicio, cocinando…). Y la forma más fácil de cultivar para muchos de nosotros es criar un par de gallinas en el patio trasero -o en un cuadrado de 10 x 10- y disfrutar de los frutos de nuestro orbe de gallinas camperas, sin hormonas y recién paridas.
Lo más cerca que he estado de tener un gallinero fue cuando nos casamos. Nuestro queridoniñoLa perra Akasha, una Alaskan Malamute de un año, se escapó del patio trasero mientras estábamos trabajando y se fue a pasear por el vecindario. Pronto se encontró dentro del gallinero del vecino. Qué bien se lo debió de pasar, algo que no tardé en comprobar por mí mismo.
Cuando subí por la calle y entré en el garaje, me encontré con mi vecino y su nieto, a los que no conocía de nada. Al parecer, el nieto adolescente había criado gallinas de premio en casa de su abuelo. «Había» en «tiempo pasado», gracias a la visita de Akasha al gallinero y a la presentación por parte del abuelo de los cuatro pollos muertos con los que había jugado al pilla-pilla. Y ganado.
Mientras extendía el cheque y me disculpaba profusamente, mi marido entró en el garaje preguntándose qué demonios estaba pasando. Pollos muertos tirados sobre el cemento, gente enfadada que no conocía y una esposa cabreada que le saludó con un: «¡Mira lo que ha hecho TU perro!».
Sí, su perro. Pero sólo cuando algo salía mal. ¿Estoy en lo cierto? Mientras tanto, Akasha estaba atada a un árbol en su casa, y por suerte para nosotros llegó a casa.
Durante los siguientes 14 años mi marido nunca me dejaría olvidar que Akasha era SU perra, pero sólo cuando se portaba bien, no cuando desenterraba el ficus y lo paseaba por el salón o sacaba todo el relleno del sofá para que pareciera que vivíamos en la nube 9.
Y eso es lo que me lleva a estos huevos. Mi becaria Elyse vivía con una amiga que tenía un gallinero y, tras dos meses de insinuaciones, el último día que trabajó conmigo me trajo 18 huevos como regalo de despedida. Los he estado codiciando, usándolos con moderación con la esperanza de que duraran meses. Pero los huevos frescos no tienen ninguna oportunidad en nuestra casa.
No soy un fan de los huevos de supermercado, y a menos que esté haciendo huevos endiablados (por alguna razón los huevos normales siempre se pelan mejor para mí) sólo uso DHA fortificado. La diferencia de consistencia y color ni siquiera es comparable y me gusta apoyar a mi productor local de huevos en lugar de a una gran cadena de supermercados.
Pero estos huevos. Oh mi, mi. Quiero decir, mira esta foto. Esa foto no ha sido corregido el color o empujado hacia arriba en la saturación. Ese es el color real. Impresionante. Y mejor que su tiro belleza es que son deliciosos.
Hoy estoy disfrutando mucho de esta frittata. Pero mañana voy a por la preparación más básica de un huevo, un buen huevo pasado por agua con un toque de sal y pan tostado para mojar.
Siempre y cuando mis perros no lleguen a ellos primero.

Ingredientes
- 2 dientes de ajo
- 4 ramitas de orégano fresco
- Sal Kosher y pimienta
- 1/4 taza de mitad y mitad
- 1 cucharadita de mantequilla
- 1/4 más 2 cucharadas de queso parmesano rallado
- 1 taza de tomates cherry
- 1 calabacín mediano (en rodajas o 1 1/2 tazas)
- 8 huevos grandes
- Llovizna de aceite de oliva
- 1 cucharadita de hojas de orégano fresco
- 1/4 cucharadita de sal Kosher
- 1 cucharadita de aceite de oliva
Instrucciones
- Precaliente el horno a 400 grados.
- En una sartén pequeña cubierta con papel de aluminio, añada los tomates y el ajo y rocíelos con aceite de oliva. Añadir sal y pimienta y remover para cubrir. Espolvorear con las hojas de orégano y asar en el horno durante 15 minutos. Retirar y reservar.
- En un bol mediano, bata los huevos, la mitad y la mitad, 1/4 de taza de parmesano y la sal.
- En una cacerola de 9 pulgadas a fuego medio-alto, derrita la mantequilla con el aceite de oliva. Añade el calabacín y una pizca de sal y saltea durante 5 minutos o justo hasta que el calabacín empiece a dorarse ligeramente.
- Añadir la mezcla de huevo a la cacerola y cubrir el huevo con los tomates y el orégano fresco. A medida que el huevo se cocina, levante los bordes del huevo de los lados de la sartén e inclínelo para que la parte no cocinada se corra hacia los bordes. Repetir el proceso y cocer durante 2-3 minutos.
- Meter la sartén en el horno y hornear durante 5 minutos o hasta que la frittata se haya hinchado y los bordes del huevo hayan empezado a despegarse de la sartén. Sáquela del horno y adórnela con más parmesano y orégano fresco si lo desea. Cortar en trozos y servir.