Dentro de 10 años exactamente, cuando mi Smudge cumpla 18 años y esté impaciente por abandonar el nido que su papá y yo hemos construido tan felizmente para ella, habrá una avalancha de recuerdos que harán que la separación sea un poco más fácil.

Reducir esos recuerdos a una lista de los 50 mejores es casi imposible. Pero puedo intentarlo. Los primeros de la lista serían: Los mimos que comparte con nosotros todas las mañanas en «la cama grande»; los bailes de swing en el salón mientras canturreamos canciones de One Direction en nuestros bailes preadolescentes de bandas de chicos; el olor de su pelo rojo fresa que enmarca su dulce nariz de carlino pecoso.

En la próxima década surgirán muchos otros recuerdos, nuevas fantasías que desbancarán a uno o dos galardonados de la lista de los diez mejores. Y estoy impaciente por que todos los vivamos juntos.

Pero cuando pienso en mi hija y sus años de preadolescencia, siempre me sorprenderán las amistades increíblemente fuertes que ya ha desarrollado a esta edad tan temprana. En serio, no recuerdo haber tenido semejante pandilla de mejores amigas antes de entrar en el instituto, ya que yo medía 1,70 m y estaba en séptimo curso y mis mejores amigas no llegaban a 1,70 m. Al menos ella y yo tendremos eso. Al menos ella y yo tendremos eso en común.

Smudge y sus amigos son un grupo enérgico y creativo al que le encanta reunirse en nuestra casa. Hola a las «quedadas» preadolescentes. Adiós a las «citas para jugar» que son tan de primer grado.

Disfraces, juegos de rol y un montón de música de bandas de chicos, este escenario exacto ocurre honestamente casi todas las semanas en nuestra casa. Tuve que grabarlo en vídeo porque muy pronto se habrán pasado a otra algarabía preadolescente.

En esta ocasión, ya se han fijado los planes, se han hecho las invitaciones y se han elegido los vestidos. Estas mujeres son muy detallistas.

Ahora sólo queda poner a los invitados en su sitio y compartir un brindis con sabor a chocolate por el gran día de Pippa.

Hay tres cosas que siempre están en el centro del tiempo que estas señoras pasan juntas en la Casa del Larsen:

1. Aperitivos y bebidas (por supuesto, son niños)

2. Dirigir a los perros (porque pueden)

y

2. Soñar con cómo será su vida cuando sean mayores (ejem, son preadolescentes).

Y eso me hace muy feliz. ¡Salud!

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