Estamos en la cuenta atrás. Sólo faltan unos días para que le brillen los ojos, apriete la nariz, se coma las galletas y suba por la chimenea.
Cuando era pequeña, pasaba todas las Nochebuenas en casa de mis tíos Marilyn y Tom, donde me atiborraba de esos caramelos de colores pastel cubiertos de regaliz mientras seguía el rastro del alegre elfo hacia nuestra casa, con la esperanza de que nos encontrara a mí y a mi hermana acurrucadas en nuestras camas individuales. Estaba pegada a la radio (esto era antes de NORAD) y escuchaba embelesada al DJ hablar del hombre del traje rojo que se abría paso entre las nubes hacia las luces parpadeantes de mi pequeño y viejo barrio de Utah.
Hoy soy yo quien organiza la fiesta de Nochebuena. Es una fiesta mucho más pequeña que la de mi juventud. A medida que Smudge se hace mayor, me cuesta aceptar el hecho de que se trata de una fiesta de adultos, lejos de la fiesta centrada en los primos que se celebra una vez al año y que yo vivía de niña y adolescente. Conociendo los buenos recuerdos que tengo de mi juventud, espero que sus recuerdos sean tan memorables y queridos como los míos.
Y para asegurarnos, aquí va una selección de las recetas que más recuerdos navideños me traen a la boca. Porque de eso se trata, ¿verdad?